Consejos para ser un líder eficiente y productivo (II)
En el anterior artículo mencionábamos la organización como uno de los puntales para ser un buen líder de equipo, lo que redunda en una mejor gestión de empresa, pero podríamos añadir un par más:
Ser un líder cercano, motivador y flexible
Para ser un líder no hace falta ni ser un tirano ni ser la sombra de nadie siempre detrás de cualquiera esperando que tropiece. Y, ser el jefe, no es sinónimo de poder. Es simple fruto de una organización determinada por la que, por nuestra (supuesta) capacidad, hemos sido puestos al frente de un equipo de personas y debemos responsabilizarnos de él. Por lo que debemos ver al resto de nuestro equipo como a auténticos compañeros y no como subordinados. Unos y otros estamos en el mismo barco hacia un mismo destino, y no es nada bueno tener en nuestra contra a todos aquellos que también van a remar con nosotros. Debemos mostrarnos como lo que somos, seres humanos, tratando a los demás como seres humanos y, además, seres humanos adultos. Seres humanos a los que se les encomienda una responsabilidad, normalmente otorgada por nosotros mismos al delegar en nuestro equipo, igual que pueda haber hecho nuestro superior si es el caso. Confiar en ellos, escucharles y estar informados de sus problemáticas y las cuestiones que les afectan ayudarán a fortalecer los lazos que nos unen con el resto de nuestro equipo. Desconfiar en nuestros compañeros de equipo no nos va a ayudar en nada. En todo caso, si uno de ellos no cumple las expectativas, o nos defrauda, será también un error nuestro en cuanto no supimos elegir bien a los miembros de nuestro equipo. También debemos saber motivar. Un líder que se toma el trabajo como una obligación monótona que hay que cumplir sin más no sirve como ejemplo para nada ni nadie. Debemos llegar a nuestro trabajo llenos de energía, con ganas, transmitiendo esta vibración a nuestros compañeros. Y, también, saber tratar a cada uno de tal modo que consigamos siempre motivarle para que dé todo su potencial. Cada individuo se mueve por una u otra motivación: algunos es el halago, otros es la recompensa, otros el éxito, otros el compañerismo… Hay que conocer las motivaciones de cada uno de los miembros de nuestro equipo para dar con las teclas adecuadas para tenerlos permanentemente enchufados. Romper con la rutina, a menudo, es un recurso genérico que ayuda en este sentido, aunque siempre es mejor ser más específico y creativo en nuestros recursos. ¡Somos los líderes, nuestro equipo espera lo mejor de nosotros! Y, para terminar con este punto, añadir que un líder debe ser flexible. Como decíamos al principio, debemos comportarnos como seres humanos, y un rasgo humano es la comprensión y la flexibilidad. Comprensión de las posibles vicisitudes que pueden acaecerle a cualquiera y que debemos entender, pero sobretodo flexibilidad a la hora de entender el modus operandi de cada uno. Por poner un simple ejemplo: a un miembro de nuestro equipo realmente le van bien los breves descansos cada pocas horas para aumentar su productividad, mientras que otro miembro prefiere no tomarse descansos para no perder el ritmo de trabajo, acabando quizá antes que los demás. ¿Qué hacemos? Somos un equipo, hay que respetarse e intentar trabajar todos bajo unas mismas condiciones, pero es bueno también que se reconozca cada individualidad para poder sacar el máximo rendimiento de cada uno. El ser y trabajar todos como iguales puede que no redunde en una mayor productividad.
Marcar(se) objetivos
Finalmente, el buen líder es el que marca objetivos para su equipo y, por ello (aunque no siempre sea así), también a sí mismo. Hemos hablado de organización, flexibilidad, comprensión, fortalecer el espíritu de equipo… Pero nada de ello serviría si no hubiera, al final, una meta, unos objetivos. A fin de cuentas, es lo que todos buscamos en la vida. Las personas nos movemos por alcanzar nuestra(s) cima(s), somos competitivos e inconformistas, y si es de un modo sano es bueno que sea así. Ningún corredor ganó una carrera simplemente porque pasaba por allí. Algunas veces suceden sorpresas, pero por regla general, el que gana algo es porque tenía aquél objetivo entre ceja y ceja, aunque los demás no lo contemplaran como posibilidad seria. No importa lo que digan o piensen los demás. Importa lo que queremos y buscamos, las metas que nos marcamos y el ahínco con el que las perseguimos. Así que, como líderes de nuestro equipo, debemos proponer (nunca imponer) unos objetivos, para consensuarlos con todos ellos y luego será nuestra labor controlar y gestionar que se cumplen y del modo en que se acordó. Por ello los objetivos son comunes y también particulares: todo el equipo al frente del cual nos encontramos tiene una misma meta, y de conseguirla será un éxito colectivo de todos, pero también el éxito particular del líder que supo proponer un buen objetivo, un buen método para alcanzarlo y, sobretodo, unos buenos compañeros para lograrlo. “Un gran lider es el que puede ayudar a otros a descubrir su potencial por sí mismos”. Bo Bennet
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Gran articulo en el cual nos muestra los valores que ha de tener un buen líder en la empresa.
Un líder tiene que serlo por su motivación y propósito en lograr el mejor resultado posible por el bien de la empresa asi como por su dirección, organización y comprensión del resto del equipo.
El objetivo de este líder y de su equipo no es otro que sacar el máximo rendimiento a la captación de la marca y la posterior venta de los productos, posicionándose en la mente de los consumidores; logrando así hacerse un nombre abriéndose hueco entre la competencia.
[…] “Aprender a delegar y captar el mejor equipo para una compañía es una de las claves que le ayudarán a obtener el éxito”. Estas recomendaciones para alcanzar el éxito ya las habíamos oído antes en este mismo blog. Aprende a ser un líder productivo. […]
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